viernes, 10 de enero de 2014

Bloque 2. Actividad: Adaptacion "Toda clase de pieles".


 
Se trata de una adaptación de una versión del cuento titulado “Toda clase de pieles” de los Hermanos Grimm. Está dirigido a alumnos de tercer ciclo de primaria.

 

Toda clase de diamantes.

 

Érase una vez hace mucho tiempo en un reino lejano, vivían en un maravilloso y enorme castillo una reina viuda llamada Isabela con su hijo el príncipe, Carlos. Pues el rey, Juan Alonso, murió de su vejez y desde entonces la reina y su hijo desolados quedaron, pero menos mal que cada uno contaba con su apoyo respectivamente y tenían una unión y confianza especial. Como todas las madres, Isabela quería lo mejor para su hijo. Desde que el príncipe Carlos era pequeño, su madre ya estaba planificando su futuro y no quería que nada se saliese de sus planes. Su deseo, era casarle con una mujer rica y poderosa, que perteneciese a la realeza,  fuera inteligente, además de hermosa, pero ella no pensaba en una mujer cualquiera…la reina ya tenía en su mente una mujer adjudicada para su hijo, pues reunía todo lo anteriormente dicho pero además, tenía poderes. Hablo de la familia real, más conocida por todo el mundo, por sus grandes y misteriosas cualidades los “ Hohenzollern” Se trataba de los reyes pertenecientes al país vecino de Isabela y Juan Alonso. La familia siempre ha sido de generación en generación especiales amigos de la familia de la reina y el difunto rey. Tanto los reyes como la dinastía Hohenzollern, tenían intereses materiales por unir a sus hijos, por ello decidieron que cuando crecieran, el momento de conocerse seria en el baile.

Isabela explico a su hijo Carlos que ya había llegado el momento de que formase una familia, se casase con una mujer y que al igual que sus padres, tuviera hijos y por tanto lograr cumplir el sueño de su madre una descendencia. Le explicó que le organizaría un baile, donde asistirán mujeres de todos los reinos del mundo.

Al príncipe esta idea le gusto, la acepto con mucho entusiasmo y ganas. Pero la madre aún no había acabado de hablar con él.

-          Carlos, sabes que siempre hemos tenido una relación muy especial, cercana y afectiva, siempre he confiado en ti como hijo y jamás me has defraudado. Quiero lo mejor para ti, por eso te vas a casar con la hija de la familia real más poderosa y conocida “Hohenzollern”- dijo Isabela.

-          Pero mama, ¡no me puedes obligar a casarme con una persona que ni si quiera aun la conozco! Además dijiste que me ibas a organizar un baile para encontrar a mi futura mujer.

-          Si hijo, es cierto que te lo dije…voy a organizar un baile…pero este baile es de cara a los demás reinos, para que crean que todos los reyes de los reinos de todos el mundo tienen la misma oportunidad para casar a sus hijas. Pero tú, los Hohenzollern y yo sabemos realmente con quien te casarás.

Resignado Carlos tuvo que aceptar la idea.

Llego el día del baile, El príncipe estaba muy nervioso, pues no sabía con que se iba a encontrar, si le iba a gustar, si iba a ser feliz con ella, si lograría quererla algún día…eran tantas cuestiones las que se le pasaba por la mente…

El palacio estaba lleno de mujeres, todas entraban a palacio le hacían una reverencia y así iban pasando miles y miles de princesas. Carlos estaba esperando la señal de su madre, significaba que según le indicase, esa mujer seria a la que tendría que coger y bailar. Así fue, por fin conoció a Rosalie, la princesa perteneciente a la familia Hohenzollern.

Realmente era preciosa, tenía el pelo color negro azabache, la tez clara y unos ojos que deslumbraban como grandes esmeraldas, tenía una sonrisa y una voz muy dulce. Él estaba cómodo bailando con ella, pero no sentía aquello que sienten los enamorados o mejor dicho aquellos que se enamoran a primera vista. No entendía porque no conseguía tener ese sentimiento, era preciosa, físicamente lo tenía todo…

A lo lejos del palacio y mientras bailaba con Rosalie, vio  a una hermosa mujer desorientada. Fue como si se parase el tiempo durante unas décimas de segundo. Sintió un arrebato pasional que le altero profundamente, le dio un bienestar mágico y milagroso. El corazón se le acelero, el estómago le hormigueaba y el sudor recorría su hermoso cuerpo. Se trataba de Cupido, ese inquieto niño con alas y ojos vendados, hizo una de las suyas y este es sin duda alguno de los efectos del dulce veneno de su flecha.

Automáticamente, el príncipe Carlos, solto a Rosalie, y con una gran desesperación agarró a la princesa Adamas. Su nombre proviene de un diamante griego, catalogado como la piedra preciosa por excelencia. Así era ella como un diamante, aquella tez blanca, dulce, esa sonrisa risueña, aquellos ojos penetrantes azules como el cielo y ese pelo largo y dorado como el sol, dejo anonadado al  príncipe Carlos. Ella estaba sorprendida al igual que el príncipe, y desde la primera décima de segundo que vio a Carlos no dejo de sentir esas mariposas en el estómago, cuanto más se acercaba a él más iba intensificándose ese cosquilleo.

Rosalie, quedo apartada, nadie la tuvo en cuenta y como era tan sumamente orgullosa, nunca la había rechazado nadie. Sintió una gran rabia, porque ella misma fue participe de esos sentimientos que se entrelazaban entre aquella pareja, y no podía soportar que ella no fuera la protagonista. Asique, dio uso a aquellos poderes con los que había nacido, que solo los daba uso cada vez que algo no salía como ella quería. Así fue, amenazo a Carlos y Adamas; les dijo que en el momento menos esperado les ocurriría algo muy terrible que jamás nadie desearía.

La reina Isabela, quedo decepcionada de su hijo, para ella ese estrecho lazo que había creado con su hijo se rompió, estaba muy enfadada y desilusionada. A partir de ese momento creo un gran sentimiento de rechazo y no quiso saber nada de Carlos.

El origen del nombre Adamas proviene de la piedra preciosa más dura, no se desgasta con el paso del tiempo, mantiene de por vida su belleza e intensidad, posee un compromiso de amor eterno entre dos personas. Así ocurría con la reina Adamas y el rey Carlos, se amaban profundamente, sus primeros años de matrimonio fueron espléndidos llenos de felicidad; pero a decir verdad, también vivían un poco asustados y a la expectativa de aquello tan terrible que les iba a suceder. Con el tiempo decidieron tener hijos, para llegar a formar una gran familia. Fruto del amor, Adamas, se quedó embarazada, los reyes vivían su amor cada vez más felices y fueron olvidando aquellas palabras malvadas de Rosalie.

Adamas dio a luz a una preciosa hija la pusieron por nombre Rubí. Era preciosa, tenía la belleza de su madre, una piel pura y blanca unos ojos brillantes. Era una familia muy feliz. Pero a los meses, ocurrió algo muy terrible, tal y como anunciaba Rosalie, justo en el momento menos esperado cuando todo parecía perfecto. La reina Adamas cae en una horrorosa y profunda enfermedad. Cuando los médicos más especializados anuncian que a la reina le queda poco tiempo de vida, empieza a preparar una serie de regalos para su preciosa hija.  Adamas le entrega a su marido, una cadenita de oro con el anillo de bodas, una medallita de la Virgen, y una pulsera de adamas, los diamantes más puros y brillantes, una carta y  una caja de oro con una llave también de oro. Adamas explica a su marido, que cuando la pequeña rubí crezca debe de entregarla estos pequeños objetos para recordarla, cuando tenga uso de razón leerla la carta, solo cuando se vaya a casar deberá entregarla la llave de oro que abrirá aquella preciosa caja, no dejar de hablarla de su madre jamás y de lo mucho que la amaba. Adamas con las lágrimas en los ojos, hizo prometer a su marido algo extremadamente especial para ella con lo cual la dejaría irse en paz al cielo. Le dijo al rey, que por favor se encargase de que su hija se casase con el hombre indicado, que le diese todo lo merecido y la felicidad infinita; además le añadió, que ella siempre le iba a amar que en su corazón le llevaría, pero que si al cabo de los años, sentía algo especial por alguna mujer se casase con ella… así fue, el rey Carlos le prometió y le juro que así seria. Se despidieron de forma muy sentimental y especial.

 

La muerte es extraña, misteriosa y supone un duro golpe. El rey Carlos estaba pasando por una de las experiencias más duras y difíciles. La muerte de su amada mujer supuso  la ruptura de un vínculo importante. Parecía que la propia vida se le acababa. El rey, se encontraba en un pozo de dolor, negro, oscuro y profundo. A partir de entonces ya no vio la hermosura de la vida igual, vivía atemorizado de que algo terrible le pasase de nuevo, que le arrebatasen lo único que le quedaba, aquello que nació fruto del amor, su hija Rubí.

 Una matrona cuido desde entonces a Rubí. La educo, se encargaba de todo, como si de su hija se tratase. El rey, ante el miedo, creo un sentimiento de sobreprotección y a su hija tenia encerrada en una torre para que nada la pasase. Rubí fue creciendo, jamás sintió el caluroso abrazo de un padre, la palabra más tierna, cariñosa y dulce que se puede dedicar a un hijo, nunca pudo decir “Te quiero papa”, parecía como si su padre fuera un extraño; en escasas ocasiones le veía, a pesar de que vivían en el mismo palacio. Realmente Rubí no entendía porque tenía esa extraña relación con su padre. Conforme se iba haciendo mayor, creyó que simplemente su padre la rechazaba y la culpaba de la muerte de su madre.

 

Verdaderamente el tiempo no cura el dolor, solo nos enseña a vivir con él. El rey comenzó a plantearse, que aunque siempre iba a tener ese dolor en su corazón por la pérdida de su mujer, no podía vivir atemorizado por si algo le pasaba a su hija, apartándose de ella…el sueño de Adamas es que Rubí creciera feliz y Carlos por ahora no lo estaba consiguiendo. Los años iban pasando, el rey aprendió que aunque no elegimos las perdidas ni la muerte, sí que podemos elegir como vivimos esta.

Decidido, se dirigió a la torre donde su hermosa hija se encontraba. Padre e hija tuvieron una larguísima conversación. El rey le conto lo bondadosa que era su madre, como la conoció, lo felices que fueron y lo mucho que la amaba. Desgraciadamente también la conto el porqué de la muerte de su madre, la princesa ya tenía una edad como para que el rey pusiera las cartas sobre la mesa. Por fin, Rubí, entendió el motivo el cual explicaba la ausencia del cariño de su padre. Rubí dejo de sentirse culpable de la muerte de Adamas. El rey le entrego a su hija aquellos regalos que su madre la había dejado antes de morir; le entrego todos menos la caja con la llave de oro, para el rey no era momento de entregarle aquel valioso regalo.

Padre e hija se fundieron en un enorme abrazo, cada uno sintió  el cariño que siempre echaron en falta. Desde aquel momento, fueron uña y carne, estuvieron especialmente unidos. Además fue creciendo adorando a su madre, tanto como ella adoraba a su hija.

 Pasó el tiempo y la única alegría en el reino era la princesa Rubí. El rey volcaba todo el amor que había tenido a su mujer en su hija  la quería muchísimo. Carlos fue conociendo interiormente los valores de su hija, se dio cuenta que era tanto por fuera como por dentro semejante a su madre. Era hermosa, bondadosa, risueña, cariñosa, le gustaba ayudar a los demás, era soñadora, quería a las personas por lo que eran por dentro y no porque tuvieran o no dinero; además su padre observó que todas las noches, leía cuentos de amor, pues su mayor sueño era enamorarse tanto como lo hicieron sus padres, abrir su corazón a alguien y tener una familia.

Pasaron los años, y el rey cada vez era más mayor,  iba  envejeciendo, pero su preocupación no era esa, ya que él había intentado por todos los medios casarse, pero no había encontrado a una mujer tan buena como la que le dijo su esposa, con la cual lograra sentir algo especial, tal y como lo  que vivió con su mujer difunta.

Cuando Rubí cumplió los quince años, su padre pensó que era el momento ideal para que contrajera matrimonio con un príncipe y juntar dos reinos, por ello decidió entregarle la carta de su madre.  Así fue, entrego la carta de Adamas a su hija, era un carta cargada con grandes sentimientos, donde además de hacerla participe de lo mucho que la quería, la quiso transmitir, que algún día tendría que casarse con alguien, ser feliz y tener una familia tal y como lo hicieron sus padres. Al rey Carlos, le ayudo mucho la carta que hizo su mujer, para explicar a su hija su casamiento. La princesa Rubí, no dejo de sonreír desde el momento que recibió la noticia, ¡Era su mayor sueño, enamorarse! ¡Por fin iba a hacerse realidad!

Pero había un gran problema. Desde que el rey Carlos había perdido a su mujer, padecía una gran tristeza por lo que el reino fue perdiendo riquezas y por tanto prestigio. La única manera de conseguir fortalecer el reino era casando a su hija con un príncipe rico, pero que reuniese valores bondadosos para poder cumplir el deseo de su madre y por supuesto el suyo propio, que su hija fuese feliz.

El rey dialogo con su hija la situación en la que el reino se encontraba. La explico, que la única solución que había para volver a sus riquezas, era casándole con un príncipe rico, pero que también supiera darla felicidad. Rubí, se sintió horrorizada por la idea de no poder enamorarse libremente. El anillo de su difunta madre solo se lo daría al hombre que amara y con el que fuera a ser feliz.

La princesa, viendo cómo se acercaba el momento, decidió pedirle a su padre un regalo de boda, que llevara tanto tiempo como para que a su padre se le quitara esa idea de la cabeza. Con mucho dolor, se negaba a casarse si no era por amor.

 Por lo que para intentar retrasar la boda hasta encontrar una solución, le pidió que, como regalo, le hiciese un abrigo de todos los diamantes de todas las piedras del mundo. El rey acepto la idea y mandó a sus sirvientes  traer diamantes de todas las piedras del mundo. Un año después le regaló el abrigo que había pedido. Le pidió un segundo regalo, un abrigo tan brillante como el sol y después de unos años su padre la entrego el regalo que había pedido. La princesa desesperada, pidió un tercer regalo, ya que a su padre no se le olvidaba la idea de casarla, un vestido tan elegante como la luna; por ultimo le pidió un vestido tan deslumbrante como las estrellas, su padre consiguió después de un año conceder a su hija el último regalo que pidió. Rubí no sabía qué hacer. Ella no quería casarse con un hombre del que no estuviera enamorada, así que decidió que esa noche huiría del palacio.

Cuando por fin llego la noche, muy apenada, cogió los regalos de su madre, los dos vestidos y se cubrió con el abrigo. Se dirigió al bosque y para no ser reconocida se manchó de barro. La princesa Rubí, tras varios días andando, saliendo a la luz del sol con el vestido tan brillante como el sol y saliendo por la noche con el vestido tan elegante como la luna, para así pasar desapercibida, decidió una noche descansar y quedarse a dormir en un árbol hueco. A la mañana siguiente, resulto que unos caballeros de diferente reino al de su padre, a lo lejos observaron que algo brillante destacaba de entre las plantas y árboles del bosque y decidieron acercarse para comprobar de que se trataba, no se esperaban que se encontrarían a una mujer bajo ese brillante abrigo; los caballeros creyeron que estaba enferma porque Rubí estaba tan metida en sus sueños que ni se enteraba de nada de lo que pasaba. Se la llevaron a palacio, hasta que despertara, mientras tanto, la tuvieron en una de las habitaciones bajo el calor de la lumbre.

Cuando Rubí despertó, quedo extrañada, pues no sabía dónde se encontraba, estaba segura de que en aquella habitación jamás había estado, pero sintió que en aquel palacio se encontraba segura, la transmitía tranquilidad, con lo cual quería decir que no se encontraba cerca de su padre.

Uno de los hombres que trabajaba en palacio, se dirigió a la habitación y creyendo que la mujer era una sirvienta, la conto lo que había ocurrido y la propuso trabajar de ayudante en las cocinas de palacio, sin duda Rubí acepto, se mantuvo callada y a pesar de que estaba acostumbrada a ser tratada como una princesa, era para ella preferible ser tratada como ayudante de cocina antes de ser descubierta. La princesa Rubí, desde que empezó a servir en palacio, no se despegaba del abrigo, ni tampoco dejaba ver su hermoso rostro, ni si quiera su larga cabellera dorada, su objetivo era mantenerse oculta, se hizo llamar Toda clase de diamantes, por su abrigo. Cada día contaba las horas para que anocheciera y dirigirse al cuarto del príncipe para llevarle su tazón de leche caliente; al príncipe desde el primer momento, le llamo la atención su dulce voz, estaba seguro que debajo de aquel aparatoso abrigo se encontraba una mujer muy bonita. Rubí se estaba dando cuenta que se estaba enamorando del príncipe Felipe, pero para ella era algo triste, puesto que bajo ningún concepto podía revelar su identidad. Todas las noches soñaba con poder casarse con él  y que su padre lo aceptara, pero los días y los meses pasaban y solo se quedaba en un deseo.

Una mañana, Rubí recibió la noticia, que en un par de días tendrían que preparar un grandioso banquete, pues se celebraba en palacio que el príncipe por fin iba a buscar una princesa con la que casarse y formar una familia. Rubí, sintió como millones de cuchillo se le clavaban en el corazón, se quedó con la tez blanca y la manos sudorosas; su amigo el cocinero, se dio cuenta que toda clase de diamantes, sentía algo por el príncipe.

El príncipe invito a todas las princesas de todos los reinos del mundo; el palacio estaba repleto de hermosas mujeres, bailaba con unas y con otras…pero de repente, mientras Felipe se encontraba bailando con una hermosa mujer, tuvo que soltarla puesto que se quedó anonadado, boquiabierto, sorprendido, jamás había visto mujer más hermosa…aquellos maravillosos ojos azules como el cielo, aquellos labios rojos y tiernos, aquel cabello largo y dorado y aquel vestido tan brillante como el sol…hizo que el príncipe se paralizara ante semejante belleza. La princesa Rubí y el príncipe Felipe estuvieron bailando toda la noche y dialogando, pero cuando llegaron las doce de la noche, tuvo que irse corriendo, puesto que se ausento de la cocina sin permiso y su amigo el cocinero iba a estar muy enfadado. Fue a su habitación se quitó el vestido y volvió a ponerse el abrigo cubriendo su rostro y su pelo. Cuando llego a la cocina Rubí se disculpó con el cocinero; corriendo acudió a la habitación del príncipe y sin que este se diese cuenta le metió en el tazón de leche, uno de los regalos de su madre.

Cuando el príncipe comenzó a tomarse el tazón de leche, noto que al rozar la cucharita algo de metal sonaba, descubrió que se trataba de una medallita de oro de la Virgen, no entendía nada, imagino que a uno de los cocineros se le habría caído mientras preparaba su tazón.

Al día siguiente, de nuevo volvió a organizarse el baile. Toda clase de diamantes, pidió al cocinero ausentarse de nuevo, puesto que tenía que hacer unos recados, al menos esa escusa le puso, el cocinero la dio permiso pero antes de las doce tendría que estar en cocina. La princesa, se dirigió a la habitación y se puso el vestido tan elegante como la luna. Cuando el príncipe la vio a lo lejos, no dudo ni un solo segundo en dirigirse hacia ella, de nuevo estuvieron unidos toda la noche. De repente y cuando menos se lo esperaba el príncipe, toda clase de pieles desapareció. La princesa de nuevo se cubrió con su abrigo y escondió su cabellera. Cuando se dirigió a la habitación del príncipe, le metió en su tazón la pulsera de diamantes que le regalo su madre. Una vez más, Felipe quedo extrañado, puesto  dos veces encontrarse con algo en el fondo de la taza era ya mucha casualidad y no podía ser que al cocinero se le cayese.

El príncipe tuvo que organizar de nuevo otro baile, el problema es que él ya sabía con quien quería casarse, pero aquella mujer desaparecía cuando menos se lo esperaba. Estaba decidido, era el último baile que organizaba, puesto que ya no iba a permitir que aquella princesa se escapase.

Toda clase de pieles, se ausento de nuevo de la cocina con permiso del cocinero y con la misma condición. Se puso el vestido más deslumbrante que las estrellas, estaba preciosa. El príncipe estuvo bailando toda la noche junto a ella, y sin que se diese cuenta, le puso uno de los anillos de las nupcias de sus padres. El príncipe le pregunto por su nombre, pero la princesa estaba negada a revelar su identidad y simplemente se fue sin dejar rastro; corriendo, se dirigió a su habitación y se cubrió con su abrigo de toda clase de diamantes. Se sentó tras varios segundos en la cama, y probó en sus finos dedos el otro anillo, imaginándose muy entusiasmada como seria su boda. De repente miro aquel reloj de su mesilla, y vio que eran más de las doce, corriendo se dirigió la cocina.

El cocinero entre sonrisas, quiso entablar conversación con toda clase de diamantes y comento:

-          ¿Eres tu quien busca el príncipe verdad?

Toda clase de diamantes contesto con una dulce y tímida sonrisa.

Toda clase de pieles corría apresurada hacia la habitación del príncipe, casi se la salía el corazón del pecho, pues eran ya más de las doce y llegaba demasiado tarde, tenía miedo de que la descubriese.

Cuando entro a la habitación entrego como de costumbre el tazón de leche al príncipe, después fue hacia la puerta para salir…pero el príncipe dijo:

-          Señorita, todavía nunca me ha dicho como se llama.

Toda clase de diamantes, no pudo mirar al príncipe a los ojos, y tan solo bajo la mirada.

Conforme el príncipe le hacía preguntas ella se ponía más nerviosa. De repente, Felipe, volvió a notar algo que rozaba con su cucharita. Pero esta vez, toda clase de pieles, no había metido nada en el tazón, ya que con las prisas se despisto. Por lo que comenzó a notar como sus mejillas se enrojecían.

-¡Pero si es un anillo!, ¡Un anillo de oro!, ¡Un anillo de nupcias!- dijo el príncipe Felipe, intentándose hacer el sorprendido.

- ¿Por casualidad no se le habrá caído a usted mientras me preparaba el tazón de leche?, añadió el príncipe.

-No señor. Desgraciadamente no estoy casada.

El príncipe dejo la taza reposándola en su mesilla, se levantó de la cama, se puso frente a toda clase de diamantes. La cogió de la barbilla y con la mayor delicadeza, poco a poco, fue subiendo su cabeza hasta poder mirarla sus ojos. Sin duda reconoció aquellos ojos, aquella mirada y con su anillo en la mano, le dijo a toda clase de diamantes:

-          Señorita, ¿ no será que este anillo que sujeto con mis manos es compañero del suyo?.

La princesa Rubí, bajo su capucha.

El príncipe Felipe dijo:

-          No se cómo te llamas, ni de dónde vienes, ni si quiera se lo que quieres…pero si te puedo decir, que desde el primer momento fijé mi mirada en ti y desde entonces no he podido dejar de pensarte y tras muchas mujeres que han pasado ante mí, solo he sentido esto contigo. Mi deseo es casarme con una mujer a la que me ame tanto como ella a mí, tener hijos y ser feliz.

La princesa comenzó a dialogar con Felipe, revelo su auténtica identidad, se sinceró con el…le conto todos los detalles y el príncipe la entendió perfectamente, pues coincidía en su misma forma de pensar. Por lo cual, el príncipe Felipe y la princesa Rubí, anunciaron su boda.

Estaban muy felices, porque por fin habían encontrado el amor, pero la princesa a su vez estaba entristecida alejada de su padre. De repente un día, a la princesa le llegó un paquete junto a una llave, estaba sorprendida, puesto que no se imaginaba de qué se trataba. Abrió aquel paquete, era una caja de oro cerrada, asique supuso que la llave de oro era para abrirla, asique se dispuso a abrir la caja. ¡Era un precioso vestido blanco!, un vestido taaaan brillante como el sol, tan elegante como la luna y tan deslumbrante como las estrellas, ¡un vestido de boda!, justo lo que necesitaba para casarse. Justo cuando levanto la mirada, vio a su padre. Al principio pensó que se trataba de un sueño, no se lo podía creer.

-          Hija, vengo a pedirte perdón. Quise obligarte a casarte con un hombre por mi interés, sin antes pensar en ti. Quise obligarte a algo que en su día yo no consentí. Quise tomar una decisión por ti… simplemente pensando en los bienes materiales…intente transmitirse que las personas deben de guiarse por el corazón…que el amor lo tiene que encontrar cada uno y no viene dado. El amor es algo especial, que es fácil de sentir cuando encuentras a la persona, pero difícil de explicar. El amor se traduce en dos palabras breves pero significativas, y yo te quería privar toda una vida de un “te quiero”. He querido traerte el ultimo regalo que tu madre me entrego para ti, el vestido de novia que se puso, uno de los días más especiales para mí y para ella. Tu madre desde el cielo seguro que se siente muy orgullosa de ti al igual que yo.

 

La princesa Rubí comenzó a abrazarle entre lágrimas. Estaba plenamente feliz.

La princesa Rubí y el príncipe Felipe se casaron. Con los años tuvieron hijos y fueron muy felices. Resulto ser, que el príncipe al que iba a casar el padre de la princesa era Felipe, pero es algo que mantuvo en silencio, y aprendió como el destino llega a juntar a dos personas y tan solo con el ingrediente del amor se puede llegar a ser feliz. Para su sorpresa, el rey Carlos y la tía del príncipe Felipe, se enamoraron y con los años se casaron, fue una familia muy feliz.

 

“Colorín colorado este cuento se ha acabado, fueron felices y comieron perdices…”

 

Espero que os haya gustado.

 

MODIFICACIONES:

 

He modificado el titulo del cuento “ toda clase de diamantes”. Al adaptar la historia he omitido el detalle de que el padre se quisiera casar con su propia hija, ya que el incesto no es algo natural, ni tampoco algo entendido por el razonamiento de un niño de tercer ciclo de primaria.Además,  los regalos de la madre los he sustituido por otros al igual que el abrigo en vez de piel por diamantes. He inventado una introducción añadiendo algunos personajes y final diferente.

 

             SE MANTIENE:

 

-          El deseo del Rey por buscar esposa.

 

-          La huida de la princesa del castillo.

 

-          Los vestidos y la capa que el Rey le regala a su hija.

 

-         Que se esconde en el bosque y es descubierta.

 

-         Que la ponen a trabajar en las cocinas del castillo y le hace una comida al príncipe.

 

-         Que asiste a las fiestas que concierta el príncipe para buscar esposa.

 

-          El interés del Príncipe por la Princesa.

 

-          Los actos de:

·          Poner el anillo en la mano de "Toda clase de diamantes"

 

·          Meter objetos  en comida del príncipe

 

-          El desenlace final en el que él se le declara a ella.

 

 

 

 

 

 

1 comentario:

  1. Es una buena adaptación. Tienes algunos errores de redacción que, si lees despacio el texto podrías corregir y mejorar (errores de acentuación, palabras repetidas, frases demasiado enredadas...) Al incluir todo ese principio (que es como otro cuento), creo que se te ha alargado demasiado un cuento que ya de por sí es largo. Esta es la única pega que le veo a la adecuación a la edad.

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